Fotografía; Elisa Salazar
jueves, 11 de diciembre de 2008
martes, 9 de diciembre de 2008
Historias Mínimas
“Las leyendas y mitos nos recuerdan lo peligroso de la mujer que mira, porque revierte el paradigma dominante...La medusa, que petrifica a quien la mira, es aniquilada por ella misma al recibir su mirada reflejada en el escudo de Perseo. Es el aviso de que la mujer no debe mirar, sólo ser mirada”
Bajo la mitológica advertencia de la Medusa, se ha evidenciado a lo largo de la historia, la prohibición a la mujer de mirar, y en este paradigma, también se incluye la imposibilidad de ser dueña de sus deseos y hasta de su propio cuerpo, eternamente utilizado en el arte y la publicidad. Esta allí como gancho visual, no importa que producto se ofrezca. En el arte ha sido la modelo, la amante resignada del artista, la inalcanzable, la subyugadora de los surrealistas, la perdición, la ególatra, la virgen o el ideal, pero pocas veces; la artista dueña total de su mirada.
Sin embargo, en las últimas décadas esta visión se ha resquebrajado y las mujeres artistas han reinventado una nueva forma de verse a ellas mismas desde su propia vivencia, tratando de alejarse cada vez más de la visión masculina.
Grandes pensadores opinan que cuando compartes con una persona un lugar muy intimo aunque esa persona no esté, algo de ella te pertenece, algo te queda.De ésta idea surge éste proyecto en el que presento una secuencia de fotografías en la que van transcurriendo chicos diferentes por un mismo lugar; una cama, una habitación, ellos siempre desnudos duermen o se encuentran en actitud relajada, aparentemente solos, pero tras la secuencia aparece la misma habitación pero ahora con una chica que mira a cámara. Ésta última fotografía actúa como firma, como autorretrato y como afirmación de que éstas son sus fotografías y sus vivencias.
Fotografía; Elisa Salazar
Odio
Odio las conversaciones innecesarias y las risas fingidas. Odio cuando aparentas ser lo que en realidad eres. Odio todos y cada uno de tus comentarios vacíos sobre temas que no conoces, sobre cosas que has escuchado un par de veces, sobre lo que todo el mundo habla. Odio tu supuesta empatía, que les digas que lo sientes cuando te importan menos que nada. Odio tus respuestas automáticas, monosilábicas, mientras miras la televisión, odio tu despreocupación. Odio que te guste lo que al resto. Que quieras encajar desesperadamente y copies las elecciones de la gente. Que creas que no soy capaz, que no puedo hacerlo, odio eso. Odio profundamente tus quejas. Tus peticiones absurdas por cosas que realmente no necesitas, tus discursos contra el sistema y la política, la religión y la vida. Odio cuando la depresión te ataca, cuando estás en los huesos y ves una ballena frente a ti en el espejo, cuando la envidia se te siente en la piel y quieres ser como otra. Odio recordar que te humillaste como nunca lo habías hecho, que disfrutaras con el sonido del dedo presionando el gatillo y que tu rubio cabello se llenara de odio. Odio que estés muerta. Eso, eso es lo que verdaderamente odio.
Mi Odio.
Diseño; Elisa Salazar
Puxa
lunes, 8 de diciembre de 2008
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